Carlos Ortiz Espinoza “El Siete Leguas”
Nació en la fronteriza ciudad de Tijuana, B.C., un 12 de agosto de 1953, aunque muchos lo relacionan con Parral, Chihuahua, que hasta varios le llaman paisano, creyendo que nació por allá; pero lo único cierto es que su señor padre era y vivió en esa ciudad, hasta que emigró a la fronteriza Tijuana. Luego vivió una gran época de su vida en Cd. Insurgentes, mejor conocida como La Toba y actualmente radica en Cd. Constitución. Carlos es muy conocido en el Valle de Santo Domingo, Municipio de Comondú, ya que se crió en un rancho y se ha dedicado toda su vida a la agricultura.

Sus mejores pilotos fueron Parnelli Jones, Walker Evans y el “Hombre de Hierro” Ivan Stewart, verdaderas leyendas en la historia de las carreras fuera de camino.
Su inicio en las carreras fue debido a que vivía cerca de La Toba, lugar por donde en aquella época cruzaba la famosa Baja 1000. Ahí tuvo oportunidad de observar los primeros carros de carreras, de los cuales recuerda mucho al Bronco del legendario Parnelli Jones, fue entonces cuando pensó que cuando fuera grande y tuviera dinero, haría un carro para correr esa carrera, la Baja 1000.
El inicio de Carlos dentro del automovilismo fue con algo muy popular en muchas partes, jugando arrancones callejeros, pero también incursionó en las carreras de slalom en estadio, donde por cierto fue campeón de campeones. En 1986 empezó a correr en tricimotos, aunque antes ya había sido copiloto de Mario Verdugo en su famoso Jeep; después ya vino el Ranger Clase 7 muy famoso conocido como “El Siete Leguas”.
En su época de arranconero, junto con Félix López “El Gavilán”, formaron un club denominado “Caballeros del Camino” y después, junto al Sr. Alfredo Pérez Rayón formaron el también desaparecido Auto Club Comondú, fue entonces cuando hicieron la pista conocida como “Palma Seca”.
Carlos Ortiz siempre fue ha sido una persona organizada y con mucha mentalidad para afrontar las carreras; él siempre ha pensado que las carreras se ganan llegando a la meta, por eso en las carreras de ruta siempre trató de conservar bien su unidad en la primera mitad de ellas, incluso dejando pasar oponentes considerando que venían corriendo mucho más fuerte que él, pero fiel a su estrategia, en la segunda mitad, empezaba su verdadera carrera. Por radio le informaban la posición en que iba y cómo iban sus adversarios enfrente, siempre correr de esa manera le dio buen resultado.

A lo largo de su trayectoria obtuvo importantes triunfos en sus participaciones; en tricimotos ganó tres carreras de ruta: Cabo San Lucas-La Paz; Loreto 400 y Costera 250 Cd. Constitución-La Paz. Fue también Campeón Estatal en Clase 7 y obtuvo un meritorio 3er. Lugar en la internacional SCORE Baja 1000 de 1989. Todas las carreras de ruta que corrió en trici lo hizo sólo, cosa que nadie hacía en aquel tiempo.
Considera que todas sus carreras fueron importantes, pero como anteriormente se menciona, su anhelo desde pequeño fue correr una Baja 1000 y el poder realizar ese deseo fue algo grande para él, más por haber logrado un tercer lugar, eso sí fue algo importante, el más grande logro en su vida como corredor. Fue el primer comundeño en manejar solo toda la ruta de esa carrera, logrando llegar a la meta en 27:20:37 hrs. En esa carrera se enfrentó a verdaderos monstruos de la Clase 7 en aquel entonces, grandes corredores con todo un soporte en equipo atrás de ellos, incomparables por supuesto al modesto equipo del famoso “Siete Leguas”. Para mencionar algunos nombres, Carlos Ortiz se enfrentó a leyendas de la talla de Roger Mears y Manny Esquerra, además de otros no menos experimentados como Ernesto Arámbula y Willy Valdez de Ensenada.

Al término de esa recordada Baja 1000 de 1989, fue muy felicitado por el mismísimo Roger Mears, ganador de la carrera en la Clase 7. Resulta que un día antes de la carrera se encontraron recorriendo, Rogers Mears, al ver el carro de Carlos tan pequeño en comparación con el suyo que se veía enorme, le desea la mejor de las suertes y que lo esperaba ver en la meta. Sorpresa resultó cuando se vieron en la fiesta de premiación, uno con el primer lugar y Carlos con el tercero; le dio mucho gusto y le dijo que era un buen corredor, porque la verdad le dijo que no pensaba que podría terminar una carrera así en ese carro ¡creyó que no llegaría ni al primer ckeck-point!
Pero sin embargo hay carreras muy difíciles de superar, carreras que por algunas circunstancias presentan mayores dificultades, entre algunas de esas carreras que se tornaron difíciles de superar están esa Baja 1000 de 1989, la Baja 500 y la Loreto 400 de 1990, ésta última porque se decía que no se podía correr, por un camino en mal estado gracias a las torrenciales lluvias en aquel entonces. Pero aún en contra de los grandes obstáculos de la madre naturaleza, Carlos y un puñado de valiente se aventuraron por los sinuosos caminos de la Sierra de la Giganta, con muchas adversidades, pero al mismo tiempo con una satisfacción inmensa, el haber terminado ese reto en primer lugar y obtener el ansiado mejor tiempo de la carrera, el Overall.

Pero, así como hay participaciones que dejan un grato sabor de boca, hay otras donde no se quisiera volver a acordar de ellas, tal es el caso de la SCORE Baja 500 de 1990, ya que después de ir en tercera posición, por detrás de Roger Mears y Manny Esquerra, la madre naturaleza hace de las suyas y les manda una cuantiosa lluvia, la cual les impidió seguir su paso por los caudalosos arroyos. Pero cuando todos pensaban que se ahí se terminaba esa carrera, a medianoche estaban llegando más vehículos a la meta. El desconocimiento del terreno y que la lluvia no fue en la mayor parte de la ruta, fue lo que propiciaron que abandonara esa carrera. Le pesó mucho a Carlos no haber podido concluir, ya que pudo haber hecho mucho más por el lugar en que se encontraba cuando abandonó.
Su familia, como dice él, gracias a Dios siempre lo ha apoyado cien por ciento en su carrera deportiva, además sus copilotos siempre han sido de su familia; primero fue su sobrino David Ortiz, luego su hijo Carlos Felipe Ortiz y de esa manera siempre han estado muy unidos de alguna manera con él en el off-road.
Su esposa Felícitas, siempre lo ha apoyado dándole ánimos y tomando fotos; comprando y recortando periódicos donde salían notas del “Siete Leguas”, gracias a ella existe gran parte de la información que se cuenta de Carlos Ortiz.

En 1998, Rody Amaya Téllez lo invita a correr la Baja 1000, le respondió que no podía por tener mucho trabajo, pero Rody le dijo que le resolviera pronto, más Carlos seguía pensando que no podría correr. Al llegar a su casa, le comenta a su esposa y ella le preguntó que si había respondido con un sí a la invitación; Carlos contesta que no y ella le dice en ese mismo momento, que se regrese y le resuelva a Rody que aceptaba, que ella se encargaría de los ranchos; esto demuestra el grado tan grande de apoyo que ha tenido Carlos en sus carreras de parte de su esposa y toda su familia.
Además de haber tenido como copilotos a David. su sobrino y a su hijo Carlos, tuvo un gran apoyo en su amigo Jesús Núñez, cariñosamente conocido como “Chirulis”, quien fue su copiloto en la Baja 1000 de 1998. Carlos y “Chirulis” iniciaron la travesía en Ensenada y tuvieron en su trayecto una serie enorme de dificultades, casi todos problemas mecánicos, problemas eléctricos con la unidad. A pesar de los inconvenientes, entregaron bien el carro en Bahía de los Ángeles y Rody Amaya logró ponerlo finalmente en La Paz. En esa ocasión lograron un honroso quinto lugar, que no era lo que esperaban, pero a pesar de eso Rody muy contento por haber podido terminar una Baja 100 hasta La Paz, cuando nunca antes lo había logrado.
En 2009 retorna a la Clase 7, pero en esta ocasión para participar de coequipero de Juan Hernández Paularena en la famosa Dos Mares 500, obteniendo un muy meritorio segunda lugar y añorando haber podido correr solo, pero en su “Siete Leguas”.
Su principal apoyo para correr la Baja 1000 y Baja 500 fue su hermano Jaime, además de los hermanos Laga, Rafa, Joel y Juan; también Mario Leaño quien patrocinaba los frenos de su carro. Otro apoyo fue el del popular Alejandro Geraldo “El Gury”, además por supuesto de Jesús Núñez “Chirulis”. Carlos recuerda a todos sus familiares y amigos que lo apoyaron, lo hacían por amor a las carreras, con sus propios recursos, prácticamente sin patrocinadores. En una entrevista después de la premiación de la Baja 1000, agradeció a todos ellos, ya sin ese apoyo no hubiera podido realizar y terminar esa carrera.
Su principal virtud en las carreras fue el de pensar que antes que ellas, primero están las vidas humanas; no le importaba perder un lugar cuando miraba a algún compañero en problemas o en accidentes, como lo hizo en muchas ocasiones cuando participaba en los llamados “tricis”; auxilió a muchos compañeros caídos, esto sin importar los tiempos de su carrera. Otra virtud que siempre tuvo fue el de ser conservador en la competencia, además de mucha disciplina y condición física.
Siempre trata igual a todos sus adversarios, nunca menosprecia a ninguno, pero recuerda a algunos que fueron siempre muy difíciles de vencer, rivales con muchas cualidades y excelentes pilotos, como Daniel Pérez con su Nissan Clase 7; más adelante un gran rival fue Pepe Cervantes, que siendo buenos amigos, que les tocó enfrentarse como verdaderos rivales en muchas carreras, aunque después se felicitaban mutuamente y hasta festejar juntos las carreras. Junto a Pepe Cervantes participó en muchos eventos, a los cuales se puede decir que sobrevivieron por los obstáculos del camino donde incluso se presentaron accidentes.
En su visión sobre el mundo actual de las carreras, Carlos considera que antes se hacían por el pleno gusto de correr y no le gusta el actual divisionismo que prevalece en este bonito deporte; cree que para mejorar debería existir un campeonato único, tomando siempre en cuenta a todos los corredores, que al fin de cuentas son los que brindan el espectáculo y son los que reciben menos dinero.
Una de sus anécdotas fue cuando entubó su famoso “Siete Leguas”, lo presentó en una revisión donde escuchó muchos comentarios de pilotos y aficionados, se fijaron mucho y decían que ese carro no iba a llegar porque traía llantas para carretera medida 14; además no estaba “levantado”, en fin, casi se rieron de él porque no parecía carro de carreras según ellos y era verdad! ¡No parecía o no era para competir! Y luego la sorpresa para todos, ganó el primer lugar en su categoría y tal vez el mejor tiempo de la carrera, no recuerda, pero finalizó juntó a los dos primeros clase 8 que habían arrancado.
Otra anécdota interesante fue cómo logró ganar en forma absoluta la carrera Loreto 400 de 1990. Sucedió cuando su amigo Pepe Cervantes y él, se enfrentaron en un increíble duelo, toda la carrera, que no tuvo un final feliz para Pepe, pues tuvo un fuerte accidente al bajar la Cuesta de Las Parras, cercano a Loreto. Luego pidió un aventón a Carlos, para ser él mismo quien contara directamente sobre el accidente a su papá y no preocupar a su familia. Esa ocasión entraron a la meta despacio, llegando tres en la cabina del “Siete Leguas”. Después se le acercó el representante de la Federación en aquel entonces, Sr. Renato Caló y le comenta que cree que tiene el mejor tiempo de la carrera. Fue entonces cuando se da cuenta que aún no había llegado otro carro a la meta. Renato le pregunta entonces qué había pasado con los demás competidores (habían caído terribles lluvias previas a la carrera esa). Le contesta que ellos venían corriendo como si fueran en un circuito y no pudieron fijarse en la suerte de los demás competidores. Esa carrera tuvo todo en contra para ser cancelada por las dificultades del terreno y por ello fue considerada la más difícil de todos los tiempos.
En otra ocasión, en un circuito en Cabo San Lucas, participó con 10 carros clase 8, saliendo atrás de ellos pues era de categoría inferior, más en la décima y última vuelta fue el primero en recibir la bandera a cuadros.
Una de las carreras Loreto 400 en que participó, el primero que finaliza fue Salvador Casas de Cabo San Lucas en una moto de dos ruedas y Carlos Ortiz el segundo participante en llegar, pero a bordo de una “Trici”, esto cuando aún no había aficionados en el estadio.
Pasaron los años, llega el nuevo milenio y Carlos un poco inactivo en las carreras. Pero en esos tiempos iniciaron en El Valle los famosos Poker Run, eventos de off-road de meramente convivencia y sin la condición de ganar por tiempos, sino por tener mejor juego en cartas de la baraja, que al final de cuentas determinaban a los que serían premiados; más eso cambió y optaron por hacerlo más fácil, con fichas de dominó, por lo cual pasaron a ser los llamdos Domi Run, eventos que le han servido para mantenerse y sentir de nuevo la adrenalina en el off-road.
En los Domi Run, Carlos ha formado, ha sido maestro de sus nietos, pues para él estas competencias han servido para que la familia se divierta y pasen gratos momentos juntos, ya que en el Equipo Siete Leguas participan su hijo Carlos y él en Tricimotos, así como sus nietos Pablo, Alejandro Daniel y en otras ocasiones Christopher.

Hay que recordar que Carlos, al igual que su hijo van en desventaja con los descontinuados “Tricis”, pues hace mucho dejaron de ser competitivos cuando aparecieron los cuadriciclos; pero en el equipo ellos han seguido dando vida a sus antiguas máquinas, como una tradición, aunque con muchas dificultades para conseguir partes, así que a duras penas consiguen seguir en el ambiente, algo muy digno de destacar para alguien que puede darse la satisfacción de seguir activo a sus casi ya 70 años de edad (cumple años el próximo 12 de agosto).

En fin, los Domi Run le han dado muchas satisfacciones, que como equipo han tratado de ser constantes en estos campeonatos y se preparan lo mejor que puede, siempre ayudándose unos a otros y en muchas ocasiones a sus adversarios. En este último Domi Run de la Expo Comondú, Carlos tuvo que remolcar en su trici a su nieto Pablo, casi desde El Higuajil hasta el camino a Tepentú, una zona muy complicada en su relieve, con muchos talcales y piedra, pero con una tricimoto se hace aún con mayor grado de dificultad.

Para Carlos, el gusto por las carreras lo considera uno de los mejores deportes en nuestro Estado, por lo cual sugiere a toda la nueva generación de pilotos el cuidarse mucho; siempre la seguridad ante todo, la de ellos y la de los demás. La forma de hacerlo es nunca dejar de usar el casco, usar el traje apropiado, siempre usar bien los cinturones de seguridad y muy importante, reconocer y marcar los peligros de las diferentes rutas. También considera que se debe de respetar a los demás corredores y la disciplina con uno mismo, no consumir drogas, nada de alcohol y prepararse físicamente para soportar todos los imprevistos que tiene una carrera.

El mensaje de Carlos para toda la afición es que valoren mucho las carreras, sobre todo si son de ruta; éstas son gratis para los aficionados, pero resulta muy triste que en lugar de apoyar a quien da el espectáculo, en ocasiones hagan bordos, zanjas, topes, trampas que ponen en riesgo su vida y la de los corredores.
Así sigue siendo la vida de Carlos Ortiz Espinoza, su familia, su pasión el off-road y el trabajo del rancho, que lo hace un personaje muy estimado en este Valle de Santo Domingo.